¿Cuántas veces has sentido que eras “demasiado”? ¿Demasiado intensa, demasiado emocional, demasiado blanda? ¿Te han llegado a llamar “llorica”, “dramática” o te han dicho que te tomas todo “a pecho”? Si eres una persona altamente sensible (PAS), es probable que estas etiquetas te suenen familiares… y también dolorosas.
En una sociedad que aplaude la dureza, la rapidez y el no sentir demasiado, la sensibilidad sigue siendo vista como un problema, un fallo, una debilidad. Pero aquí, contigo, quiero decirte algo con mucha claridad: ser sensible no es un defecto, es un don.
La mirada que duele más que las palabras
Cuando una persona sensible expresa lo que siente, no busca llamar la atención ni exagerar. Simplemente está compartiendo algo que en su mundo interior tiene una intensidad real. Pero muchas veces, esa expresión emocional es recibida con ironía, rechazo o burla. Y eso, poco a poco, nos va enseñando a escondernos, a no molestar, a ser “menos”.
He trabajado con muchas mujeres que aprendieron desde pequeñas a tragarse las lágrimas, a no decir lo que sentían por miedo a parecer débiles o molestas. Y lo más duro es que esa herida sigue sangrando en la adultez. Se convierten en madres que se exigen ser fuertes todo el tiempo, que se sienten culpables por necesitar descanso o espacio, que no se permiten llorar delante de sus hijos.
La sensibilidad no necesita un escudo, necesita un entorno amable
No necesitamos dejar de ser sensibles para sobrevivir en este mundo. Lo que necesitamos es una red de apoyo, una tribu que entienda que sentir profundamente es una forma hermosa de estar en el mundo. Necesitamos espacios donde podamos expresarnos sin miedo, donde podamos llorar sin que eso signifique que estamos rotas.
Y es que llorar no es señal de debilidad. Es señal de que sentimos. Es señal de que algo nos importa. Y eso es valioso. No dejes que nadie te convenza de lo contrario.
Cuando nos llamen “lloricas”, que no nos dé vergüenza: que nos dé orgullo
Porque esa sensibilidad que a veces te pesa tanto… es también la que te permite ver más allá, conectar con tus hijos de una forma profunda, cuidar con ternura, intuir lo que otros no ven, y amar con una intensidad que transforma.
Así que sí, puede que llores más que otros. Pero también amas más, escuchas más, percibes más.
Y eso no es un problema. Es un regalo.
Una invitación para ti
Si te has sentido sola en tu sensibilidad, si estás cansada de fingir que no te afecta lo que te duele, quiero que sepas que no estás sola. En mi consulta acompaño a muchas mujeres como tú, que están aprendiendo a reconciliarse con su sensibilidad, a poner límites con amor, a vivir desde un lugar de autenticidad y no desde el juicio externo.
Este espacio está creado para ti, para que podamos hacer juntas ese camino de autoconocimiento, reparación y amor propio.
0 comentarios